«No esperéis encontrar aquí una historia ni una monografía metódica del ocultismo. Para ello se requeriría una serie de volúmenes llenos de ese fárrago, que es lo que más quiero evitarle al lector. No es otro mi propósito que exponer con toda la sencillez posible las enseñanzas que saqué de varios años de permanencia en esas regiones tan mal vistas como poco frecuentadas. Vuelvo de ellas con las impresiones de un viajero de buena fe que las recorrió como curioso antes que como creyente. Podéis considerar, si os parece, mi trabajo como una suerte de resumen o de especificación provisional. No sé nada más que lo que podría saber cualquiera que hubiese hecho la misma excursión. No soy un iniciado ni he tenido maestros impalpables y misteriosos, llegados expresamente de los confines de este mundo o de otro para revelarme las últimas verdades y prohibirme su revelación. No he tenido acceso a las bibliotecas secretas, a esas fuentes arcanas de la suprema Sabiduría que, según dicen, existen, aunque para nosotros será siempre como si no existieran, puesto que al penetrar en su recinto queda uno ipso facto condenado a un silencio inviolable. No he descifrado tampoco ningún mamotreto incomprensible ni dado con una clave nueva para la interpretación de los libros sagrados de las grandes religiones. No he hecho más que leer y estudiar la mayor parte de lo que estos asuntos hay escrito, dando de lado a un rimero enorme de documentos absurdos, pueriles, resobados e inútiles, para atenerme únicamente a las obras maestras, capaces, en verdad, de enseñarnos algo que sólo en ellas se encuentra. Al despejar así los alrededores de un estudio obstruido por repelentes escombros, facilitaré quizá la tarea de los que quieran y atinen a ir más lejos que yo.»